No hay nada igual al amor de madre, el de la buena madre: Ella es protectora, dulce, amorosa, educadora, paciente. Pero a veces es tal el amor de madre, torpe, tan enfermizo y ciego, que hemos sido testigos de vergonzosos episodios de sobreprotección, pasividad, crianza NEGLIGENTE, mala educación: «¡Mijo era ratero, sí, pero no hacía daño a nadie, y me lo mataron las personas a las que solamente estaba asaltando!».
Acá vemos, en la imagen, a doña Martirios Nerignacia dando cátedra de crianza negligente desde los primeros años de vida política de su chilpayate, manteniendo y permitiendo las borracheras de su chamaco, OsGuango Asquín, y solapando y siendo cómplice de sus hurtos, del robo del dinero de la gente noble y trabajadora.
OsGuango posee ya su casota, autos de lujo, y siempre trae dinero para comprarse sus caguamas. ¿No es sospechoso? ¡Ah, la madre que lo perdona todo, que se hace de la vista gorda! Es capaz de pelearse con el mundo y correr a la empleada doméstica que tiene pruebas contundentes del enriquecimiento ilícito de su hijo y sus amigos, con tal de defender y sobreproteger a su bebé.