Sabe que no tiene oportunidad de ganar las encuestas que decidirán la candidatura presidencial en 2024, por eso se va. Buscará dividir a Morena y llevar ese rédito a los opositores de la Cuarta Transformación. Ricardo Monreal, el todavía senador y presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo), ha iniciado su despedida y espera ser el candidato de la oposición bajo la falsa bandera de la reconciliación.
Olvidando el meme en que quedó ridiculizado al aparentar ser una caballero Jedi, Monreal encabezó el pasado sábado 19 de noviembre, un acto en la Arena México en que terminó de echar toda su carne al asador. “Nuestro país está partido en dos, estamos polarizados”, afirmó con su tono de político de viejo cuño. “Estamos viendo cómo la descalificación y una lucha sorda para tener razón generan división social en nuestro país”, enfatizó Monreal, quien negó que su acto fuera un destape presidencial.
En la sede, famosa por sus duelos de lucha libre y un aforo lleno de simpatizantes, el todavía morenista llamó a la congregación: Convención Nacional: Reconciliación X México. Presentó un logotipo que juega con sus iniciales y una imagen mercadotécnica que más tarde apareció en medios como la revista Siempre!, de Beatriz Pagés.
“Este país tan culturalmente diverso se está reduciendo a opuestos”, comentó ante su favorable auditorio el zacatecano que, según varios medios de información, está negociando el apoyo de gobernadores actuales de Morena. Abrazando el discurso de la coalición opositora contra el presidente López Obrador, el de la “polarización”, Monreal finalizó así el evento en que lanzó su movimiento oficialmente.
Sin que se lo hubieran consultado siquiera, al día siguiente en su conferencia matutina, AMLO volvió a deslizar con impecable timing político: “Yo no quiero abrazarme a un corrupto en aras de la unidad”. Si bien en sus alocuciones del domingo Monreal jamás mencionó por su nombre a López Obrador, todo su discurso parecía una acusación y repudio a su figura.
En su turno en el ajedrez político, Obrador tampoco mencionó a Monreal por su nombre, pero, se cuidó de englobar a la coalición opositora del PRI-PAN-PRD que coordina el magnate Claudio X. González, con el movimiento de Ricardo Monreal, insistiendo en que la llamada “polarización” no puede ser tal en un país en que él goza del 70 b% de la aceptación, de acuerdo con la mayoría de las encuestas.
“La verdad, yo tengo que atender a todos y respetar a todos, pero yo no quiero tener relaciones con corruptos. No quiero que, en aras de la unidad, me esté yo abrazando con corruptos que han hecho tanto daño al país”, expresó López Obrador. Agregó: “No, esa unidad a toda costa no la quiero; quiero la unidad de todo el pueblo y que todos actuemos a partir de lo que es justo y de lo que nos conviene a los mexicanos”.
Una despedida anunciada
Qué lejos quedaron los días en que Ricardo Monreal Ávila compartía tamalitos de chipilín con López Obrador en Palacio Nacional, luego de que trabajara a favor de la oposición en la Ciudad de México.
Ya desde entonces, la pregunta no es si Monreal abandonará el proyecto de la Cuarta Transformación, sino cuándo lo hará y cuál sería la gravedad de las secuelas que dejaría en el partido oficialista. En estos momentos hay ofertas del PAN y MC para unirse a esas filas y diversos analistas señalan que busca un éxodo de morenistas a otras fuerzas, para que lo hagan candidato de la oposición.
Desde los sucesos de 2021, Obrador ha mostrado un creciente alejamiento del único político al que le tenía guardado un puesto tras su histórico triunfo electoral. El mismo mandatario ha indicado que la única condición que puso a su equipo tras ganar en 2018 fue que a Monreal le dieran el control del Senado, una acción que ha resultado ser uno de los peores errores del mandatario.
Monreal jugó desde el inicio de este año el papel de franco opositor. Desde marzo de 2022, en vísperas de la Reforma Eléctrica, en la que López Obrador buscaba que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) tuviera preferencia sobre los particulares por medio de una modificación constitucional, Monreal señaló que era una sangría de “muchos miles de millones de dólares”.
Meses después, fue el único senador que se abstuvo en la votación de la ley que prolonga la presencia de las Fuerzas Armadas en las calles hasta 2028, a pesar de que era una de las iniciativas que Obrador ha señalado como prioritarias antes de finalizar su gestión. Adujo que era un abogado y que por principios no votaría la reforma, abonando en el proceso al discurso de los opositores a la 4T.
Ante la Marcha en Defensa al INE del 13 de noviembre, Monreal se descaró. No sólo se dejó ver en varios videos con partidarios de ese movimiento, sino que al lunes siguiente declaró que en el Senado estarían al tanto de que no pasara una reforma que perjudicara a dicho instituto, además de pedir a la Cámara de Diputados “no dejarse presionar” en la aprobación de la Reforma Electoral.
Cuando este mes Obrador mencionó que al no tener los votos suficientes para lograr una Reforma Electoral se tenía un “plan B”, Monreal aseguró al día siguiente que cualquier alternativa o “plan B” no prosperaría, pues sería detenida por la Suprema Corte. Eso viniendo del que fue un factor importante al inicio del sexenio para aprobar la Guardia Nacional y otras importantes iniciativas de López Obrador. Monreal actúa ya como un abierto opositor de AMLO y de la 4T.
El pasado 20 de noviembre, tres senadores de Morena: Monreal, Nancy Sánchez y Rafael Espino sabotearon con su voto la prohibición del herbicida cancerígeno, glifosato, en beneficio de transnacionales y un interés que desde el principio no forma parte de la ideología del proyecto obradorista, que ha declarado al glifosato como dañino.
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La rebelión monrealista y su intento de fractura de Morena no termina ahí. Este mes también recibió el apoyo de 80 senadores contra las demandas de la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, quien ha exhibido en capturas de Whatsapp probables enjuagues a favor de los enemigos declarados del presidente. La costosa partida de Monreal no ha hecho más que empezar.
El coqueteo con Movimiento Ciudadano “Divide y vencerás”, reza el argot, y esa es la estrategia que parece seguir la oposición ante su incapacidad de enfrentar el tsunami morenista. Tal escisión del partido gobernante puede venir por medio de un éxodo de morenistas comandados por Ricardo Monreal o del otro popular candidato, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard. Ambos son amigos íntimos de Dante Delgado. Delgado es el presidente de Movimiento Ciudadano, partido político que, aunque no ha experimentado los crecimientos exponenciales en preferencia electoral y se mantiene en un 7 o 10 % en algunos sondeos, sigue detentando el gobierno de los estados de Nuevo León, con Samuel García, y de Jalisco, con Enrique Alfaro, entidades de suma importancia económica y política. Aunque tanto el PRI como el PAN han declarado francos brazos abiertos ante la llegada de un Monreal -que al cierre de la edición seguía declarando que no abandonaría a Morena y al mismo tiempo, oponiéndose a cualquier cosa que sugiriera el presidente López Obrador-, MC parece un destino más probable para el exgobernador de Zacatecas y exalcalde de la delegación Cuauhtémoc. No sólo es por la pretendida identidad de “tercera vía” que ha luchado por imponer en el imaginario popular el partido-negocio de Dante Delgado, es porque parece el camino que panistas de Nuevo León y Jalisco han utilizado para abandonar su instituto político. MC es el partido de tránsfugas de la actualidad mexicana y, por ende, un destino más que adecuado para los futuros autoexiliados monrealistas.
LAS CIFRAS
10 %
el porcentaje de preferencias electorales que presenta Ricardo Monreal en la mayoría de los sondeos.
2020
año en que Ricardo Monreal declaró a múltiples medios de comunicación que quería ser candidato presidencial.
10 mil
las personas que asistieron al evento de Monreal en la Arena México.