Fentanilo: la dura batalla que libra la GN

Este opioide sintético y su proliferación exige métodos innovadores para frenar el aumento de muertes que trae consigo

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El enemigo silencioso que tanto temían los gobiernos, se ha materializado. El fentanilo es clasificado por la Administración de Comidas y Bebidas de Estados Unidos como un opioide sintético que es aproximadamente 100 veces más potente que la morfina y 50 veces más que la heroína. Se desarrolló por primera vez en 1959 como un anestésico intravenoso; actualmente es por prescripción o es ilícito.

Cifras en manos del Departamento de Estado de Estados Unidos, indican que, en sólo siete años, se incrementó exponencialmente su uso: pasó de 2,666 víctimas letales en 2011 a 31,335 en 2018. También conocida como Dance Fever, Friend, Goodfellas, Jackpot o King Ivory, en 2021 las muertes se incrementaron 30 % con respecto al año anterior, llegando a 108 mil decesos por sobredosis.

No extraña que, durante la Cumbre de América del Norte, fuera el principal tema que el Congreso estadounidense le ordenó exponer al presidente Joe Biden ante su homólogo mexicano, Andrés Manuel López Obrador. El fentanilo no sólo es una crisis sanitaria, es una crisis de seguridad nacional en ese país, pues se ceba ante los jóvenes. Desde 1970, las muertes por sobredosis han aumentado a ritmos alarmantes.

Como el fentanilo se puede mezclar con otras metanfetaminas, oficiales estiman que las muertes han sobrevenido por la combinación de ambas. El fentanilo es un polvo blanco y eso favorece su combinación con otros opioides como la heroína y con estimulantes como la cocaína y el cristal. Es un cóctel que puede aceptar hasta ansiolíticos como el xanax comercial. Es una bomba de tiempo en todos los casos.

Es la mezcla conocida como speedballs o goofballs, con una potencia tal, que los investigadores aún no definen el daño que pueden hacer al organismo humano estas combinaciones entre opioides y metas. Como en todos los casos, los sucesos sociales influyen. Así, tenemos que el consumo de estos productos se incrementó durante el primer año de la pandemia, cuando la gente buscaba confort ante el confinamiento.

En busca de su reelección, Biden dio a conocer una estrategia nacional de control de drogas, poniendo al frente como su zar al doctor Rahul Gupta, la primera vez que un médico se encarga de la dependencia. Para la administración Biden es de vida o muerte, pues cifras revelan que las muertes se han triplicado entre 2015 y 2019 entre personas de 18 a 64 años, de acuerdo con institutos nacionales de salud de ese país.

En la Cumbre, llegó un momento en que el equipo de Biden prácticamente responsabilizó a los cárteles mexicanos de la droga por el incremento de muertes. El secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard, les respondió que mientras las armeras estadounidenses continúen armando indirectamente a esas organizaciones, el problema de las drogas en Estados Unidos continuará.

Según la DEA, el fentanilo proviene de dos fuentes y ambos son cárteles mexicanos, el de Sinaloa y el Jalisco Nueva Generación (CJNG). Pero se soslaya que los cárteles son auténticos estados económicos que benefician a instituciones financieras en todo el mundo, donde lavan sus ganancias. El fentanilo obligará a tener más en cuenta esas relaciones que solían ignorarse.

Al final, los cárteles son organizaciones de estructura empresarial capitalista, listas para abastecer demanda, y entre la sociedad estadounidense hay una cada vez más creciente por las llamadas drogas de diseño. Según el sitio statista.com, Alemania ocupa el primer lugar de consumo de fentanilo a nivel mundial, pero Estados Unidos amenaza con quitarle su sitio en los próximos años. Mientras quieran drogas, no hay forma.

El aislamiento social y la dislocación económica, que sufrió un incremento durante la pandemia, ha contribuido enormemente al alza de las sobredosis. Alaska es el estado más perjudicado por esta droga que es fabricada en México con precursores químicos provenientes de China, y es más barata que la heroína. Es más fácil comprarla y mezclarla con casi cualquier otro estimulante, ahí radica su peligro.

El fentanilo puede ser ingerido de forma oral, por medio de pastillas, comúnmente referidas como paletitas, o tabletas y sprays sublinguales. La apariencia es tan “amigable”, que ansiolíticos como el adderall, oxicontina y xanax, prescritos para lidiar con la ansiedad y el dolor, pueden contener fentanilo. Datos de la DEA indican que el 26 % de las píldoras y tabletas ya contienen fentanilo, en dosis que pueden ser letales.

El fentanilo también se encuentra en algunos medicamentos.

Una revolución sintética

El doctor José Andrés Sumano Rodríguez del Colegio de la Frontera Norte (Colef), explica que el fentanilo es una revolución en el negocio de los cárteles de la droga, pues no está sujeta a ciclos agrícolas, no requiere parcelas para sembrarse y es fácil de ocultarla y distribuirla. Como concluyen expertos: puede estar en todas partes, incluso prescrita por un médico. En el flujo del capital el fentanilo es catalizador.

Ahora la economía criminal de las ciudades fronterizas gira en torno al opioide y ha reactivado así el tráfico de personas y la extorsión a pequeños y grandes comerciantes. Si el fentanilo ha roto paradigmas, quizá los medios que existían para combatir a las drogas hoy llamadas “tradicionales”, no sean una correcta estrategia. El fentanilo hasta pueden parecer dulces de colores.

El pasado martes 17 de enero, el general Luis Crescencio Sandoval, secretario de la Defensa Nacional, explicó que, durante la Cumbre de Líderes de América del Norte, reportó un incremento de 1,079 % de decomisos de fentanilo y cerca de 93 % en el de metanfetaminas. También se ha optado por decomisar precursores como el N-fenetil 4 (NPP) y la 4-anilo-N-fenetilpiperidina (ANPP). Pero sigue siendo una débil estrategia mundial.

El fentanilo es, por decirlo de alguna manera, sólo un pionero. Ya se habla de las nitazenes, otra clase que, según expertos, puede ser 10 veces más fuerte que el fentanilo. Estos nuevos opioides sintéticos han inaugurado una nueva época y enfrentar su uso requerirá una nueva ingeniería, no sólo de seguridad, sino de prevención social. Sin duda, será un tema que ocupará a los gobiernos en las siguientes décadas.


Ovidio Guzmán, un trofeo para Biden

Demostrar que el Gobierno de México ha estado combatiendo el tráfico de fentanilo, fue uno de los motivos de la captura del narcotraficante Ovidio Guzmán, en vísperas de la celebración de la Cumbre de América del Norte entre México, Estados Unidos y Canadá. Aunque los mandatarios se sonrieron entre sí y eludieron hablar de la captura del capo, sus equipos lo hicieron a puerta cerrada.

Y recibieron la aprehensión como una auténtica válvula de escape de una relación tensa, que desde 2006 había sido de abierta colaboración militar y que desde el inicio del gobierno de López Obrador se ha convertido, por decisión de éste, en un método que busca “prevenir las causas”, pero sin descuidar el someter a los cabecillas de las organizaciones criminales y desarticularlas.

Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores, que ha interpuesto dos recursos en contra de fabricantes de armas estadounidenses -y anunció que prepara un tercero-, ha señalado la necesidad de controlar las armas que abastecen a los cárteles mexicanos, como un paso necesario para lidiar con una responsabilidad compartida en el gran problema de las drogas ilegales. 

Estados Unidos ofrecía una recompensa de 5 millones de dólares por Ovidio Guzmán, quien es acusado por ese gobierno de ser uno de los narcotraficantes que introdujeron el fentanilo a sus fronteras. Según la DEA, Ovidio es dueño de laboratorios que producen la droga y por tanto un símbolo del dolor que en 2022 costó más de 100 mil vidas de estadounidenses. Es un auténtico trofeo para Biden.

El gobierno de AMLO ha realizado fuertes campañas de prevención.

Decomisos y campañas informativas

Los asuntos de libertades civiles suelen ser temas en que López Obrador privilegia el libre albedrío, y amén de que las nuevas drogas de diseño sean ilegales, el dirigente no cree en estrategias coercitivas y de persecución del ciudadano y sus libertades. Por eso ha basado su estrategia contra las drogas en la prevención de las causas y en dar información para disuadir el consumo de opioides sintéticos como el fentanilo.

Controversialmente, en lugar de una guerra contra el narcotráfico, AMLO ha dirigido todo su empeño a una campaña mediática en contra de las drogas, donde se invierte la mayor cantidad del presupuesto para hacer una campaña en medios insistente y diversa.

Además, el Gobierno anunció que han decomisado 6 toneladas de fentanilo y 179 de metanfetaminas en cuatro años del sexenio, con una pérdida para los cárteles de 96 mil 200 millones de pesos. Aunque para AMLO lo más importante es la prevención, es claro que los otros aspectos también se siguen, pero como una estrategia de pacificación.

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Y reducir la producción de fentanilo, es el quinto de seis acuerdos a los que el Gobierno de México llegó con Estados Unidos y Canadá durante la mencionada Cumbre, lo cual demuestra que, durante la gestión de López Obrador, sí se han implementado acciones para detener el tráfico de esta droga, que incluirán una colaboración más estrecha entre los mandos de estas tres naciones.

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