Había una vez un rey que estaba dispuesto a pagar mil monedas de oro por un caballo que pudiera correr mil lis* sin detenerse. Durante tres años trató en vano de conseguir un corcel semejante.
Entonces alguien le propuso: -Permítame buscar un caballo para su Majestad. El rey aceptó. Después de tres meses, el hombre regresó, habiendo pagado quinientas monedas de oro por la cabeza de un caballo muerto. El rey estaba furioso.
– ¿Quiero un caballo vivo! -gritó- ¿Para qué me sirve un caballo muerto? ¿Por qué gastar quinientas monedas de oro en nada?
Pero el hombre dijo: -Si su Majestad paga quinientas monedas de oro por un caballo muerto, ¿no daría mucho más por uno vivo? Cuando la gente lo sepa, sabrá que su Majestad está realmente dispuesta a pagar por un buen caballo y de inmediato le enviarán los mejores.
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En efecto: el rey logró comprar tres excelentes caballos en menos de un año.
*Li: unidad de longitud tradicional china que en la actualidad se ha estandarizado en 500 metros.