Cuando la realidad alcanzó al cómic: tres títulos que cambiaron la historia

Watchmen, The Darknight Returns y Maus narran historias descarnadas que se alejaron de las manidas propuestas panfletarias y maniqueas del mainstream  

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En 1986 tres lanzamientos editoriales le dieron una proyección inusitada al cómic. Tres autores tomaron historias conocidas de sobra y actualizaron el mito que las envuelve para presentarlo con bríos nunca antes vistos a un nuevo público, a una nueva humanidad con otras perversiones y obsesiones, convirtiendo a la novela gráfica en un medio maduro, capaz de hablar un lenguaje que podría llegar a ser un arte de gran complejidad. 

Establecieron una cota aún no superada hoy día. Esas tres piedras de toque expandieron y sofisticaron la beligerancia del medio, renegando de la fantasía lobotomizada, panfletaria y maniquea de las historias leídas hasta ese entonces en el mainstream, entregando al cómic al matadero de la realidad más descarnada, una que ya no podía evitar.

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Watchmen de Alan Moore y Dave Gibbons, ahondó en la psicología de los héroes enmascarados, convirtiendo al único personaje con súper poderes, Dr. Manhattan, en un dios demasiado preocupado en los problemas de su inmortalidad como para reparar en el destino del ser humano.

El resto de estos “héroes” son humanos dañados con el gusto por la sublimación de sus pulsiones a través de la máscara: desde el brutal devenir del determinista enmascarado, Rorschach, hasta el romanticismo ingenuo del segundo Nite Owl; el narcisismo heroico de Ozymandias y la cruda broma macabra del Comedian, cuyo humor ha adquirido el color y seriedad de la maldita guerra fría, y ahora ya no haría gracia a nadie que se precie de sensato.

En plena guerra fría el Comedian es asesinado, lo que resulta en una conjura para acabar con los héroes retirados. Cada uno de los doce números de la novela, hace alusión a un minuto antes del armagedón, en un mundo en el que los héroes se han retirado para seguir vidas de alienación debido a una ley que los prohíbe.

Llevada por los paneles cinematográficos de Gibbons y su imaginería visual que trascendería en la cultura popular, la prosa de Moore guía la historia a niveles poéticos y filosóficos, llevando a los héroes del cómic a mutarse en auténticos personajes de novela, con psicologías muy complejas.

Aquí el enmascarado es revelado como adulto infantiloide gustoso de vestir la ropa interior encima de los pantalones; como hábil empresario vendedor de una imagen; como ser humano desgarrado por la urbanidad; como seres comunes que aun con sus limitantes están decididos a sostener las roturas del mundo para evitar su desmoronamiento, alejados para siempre del mesianismo yanqui de Superman, o el nacionalismo fascista del Captain America o de ese detective casi Macartista que es Batman en su origen. 

Son aquí la imagen protectora y romántica de épocas más gratas, que ahora, ante la complejidad de la sociedad posmoderna, tienen que recurrir a medidas en verdad polémicas para evitar la catástrofe. Watchmen es catalogada desde los noventa como una de las 100 mejores nóvelas de todos los tiempos por la revista Time y el único cómic en ganar un premio Hugo.

Conjurador de las sombras

Ese mismo 1986, Frank Miller devolvió a las sombras a Batman con su nóvela gráfica The Dark Knight Returns. En cuatro números, de febrero a junio, Miller relató la historia de un Batman viejo que vuelve tras 10 años de retiro, incapaz de conciliarse sin ser un vigilante nocturno, aún aniquilado por su pasado y obligado a regresar debido a la proliferación de una pandilla llamada The Mutants, jóvenes inspirados en el cyberpunk que parecen engendros de un relato de William Burroughs.

Miller creó un portal siniestro de los personajes conocidos por el público por cuatro décadas, cincelando él mismo un arte gráfico grotesco que desde su deformidad muestra (como si fuera un moderno expresionismo), el extravío y la locura en que vive Gotham. 

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Es una saga marcada por los trazos casi arrítmicos de Miller, donde puede verse a Batman capturar a un Two Faces que ya sin deformidad física, aún se siente como un monstruo por dentro; y Batman sólo ve en él un reflejo de sí mismo. Haciendo uso de una crueldad macabra, el Joker reparte algodón de azúcar envenenado a niños exploradores. Ante semejantes monstruos, Batman tiene que volverse cruel y casi olvidar su ética para combatir tales niveles de maldad.

Las visiones de Miller, tanto en su arte gráfico como en su guion impecable, son claros influyentes de innumerables autores de cómic y de las visiones cinematográficas de Tim Burton y Christopher Nolan, quienes hicieron exactamente lo mismo que él: tocaron con sus obsesiones e identidades el gran mito de Batman para actualizarlo a su manera. Miller cedería en 2001 ante la intención de DC Comics de una secuela, muy menor, que ya no impactó como The Dark Knight Returns.

Si los hornos hablaran…

Los horrores del llamado holocausto (el autor cede a la manipulación victimaria del pueblo judío sobre el suceso histórico) son recreados en Maus de Art Spiegelman en dos tomos: My Father Bleed´s History y And Here My Troubles Began. En ellos relata las desventuras de su padre Vladek, judío polaco, desde su hacinamiento en el ghetto polaco de Sosnowiec, hasta su supervivencia a través del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau.

Representando a las distintas nacionalidades como animales, (los ratones son judíos, los gatos son nazis, los perros son estadunidenses, los polacos son cerdos), Spiegelman utiliza trazos a blanco y negro, delineando con un minimalismo casi pueril a sus humanos con rostro de animal, y con ello nos salva de la brutalidad de recordar rostros humanos cuando llega el turno de relatar el exterminio metódico de judíos en los campos de concentración nazi.

Spiegelman va más allá, al convertir el relato en su propio calvario para entender las situaciones atroces relatadas por su padre; tal como el lector mismo, incrédulo del barbarismo y crueldad que tuvo que soportar Vladek; incluso aceptando que éste es un muerto en vida relatando 37 años después de terminada la guerra.

Explicando la génesis creativa de la propia novela, Spiegelman comunica lo inútil que resulta intentar expresar la realidad a través de un libro de dibujos que subversivamente utiliza a personajes que parecen sacados de los cuentos infantiles, para contar una historia que valdría mejor olvidar. Maus apareció de 1980 a 1991 en la revista RAW y se editó en dos tomos en 1991. Ganó el Pulitzer Especial en 1992.

Watchmen, The Dark Knight Returns y Maus mostraron el potencial y la utilización vanguardista del medio para ilustrar historias fantásticas, tocadas por una realidad que el cómic del mainstream había evitado durante décadas, pero que ahora no podía dejarse de lado a favor de una fantasía insustentable: la realidad histórica había alcanzado por fin a la historieta comercial.

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