Una de las alegrías más grandes que Manu ha tenido en su vida, ocurrió hace algunos años en una tienda de ropa. Apenas entró, un vendedor lo recibió y lo condujo sin dudar a la sección de caballeros. Ese pequeño detalle, trivial para otros, a él le produjo una enorme felicidad.
Para entonces, Manu, ahora de 21 años, había iniciado su tratamiento hormonal para cambio de género; atrás había dejado su nombre de pila, Margarita, y ya hacía lo propio con su cuerpo femenino.
Con el cabello corto y su voz más grave, disfrutaba por primera vez de su masculinidad. Su madre Guillermina y su abuelo Rosendo, siempre incondicionales, decidieron apoyarlo en este proceso. Los tres viven juntos en Real del Monte, Hidalgo.
Esta es una de las 16 historias que nos cuenta la fotógrafa documental Lizeth Arauz (Ciudad de México, 1970) en la exposición virtual Amor sin etiquetas. El nuevo álbum de familia, que se inaugura este miércoles 27 de octubre a las 19:00 horas en Traum Galerie; el evento podrá seguirse por la página de Facebook de la galería a través del siguiente enlace: https://www.facebook.com/traum.galerie.oficial
La muestra es el resultado de la profunda exploración que, durante los últimos tres años, Arauz realizó sobre lo que ella denomina “nuevas familias”, como parte de la beca del Sistema Nacional de Creadores de Arte, Fonca, 2018-2021.
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El concepto de “nuevas familias” va más allá de la estructura familiar convencional de papá, mamá e hijos. Contempla diferentes tipos de relaciones: homoparentales, con integrantes trans, poliamorosas (relación sexual o amorosa que se mantiene con más de dos personas con el consentimiento de todas ellas), con hijos adoptados y naturales, o provenientes de relaciones anteriores.
Todas ellas son exploradas fotográficamente por Arauz con el objetivo de visibilizar a las familias que, afirma, siempre han existido, pero que han permanecido ocultas debido a que han sido rechazadas socialmente.
“La construcción de cada vínculo, de cada hogar, se ha dado de forma diferente a lo largo del tiempo, pero los prejuicios han impedido que sean reconocidas por la sociedad”, explica Arauz.
En total, la exposición Amor sin etiquetas exhibe 32 retratos, dos por familia, que estarán acompañadas de breves cédulas explicativas, donde se detalla la conformación de cada hogar.
Un detalle interesante es que, por primera vez, la autora explora el color y el blanco y negro en una misma exhibición. Para cada familia eligió ambas opciones, como una apuesta estética que le diera más claridad a las imágenes.
“Me gusta la idea del color para los retratos en los que veo más a la familia, y el blanco y negro para destacar más la forma y la textura”.
Arauz, lo sabemos, es una fotógrafa que explora en lo más profundo de sus personajes –Mirar hacia arriba-, que tiene una postura crítica ante una problemática –El fin de la abundancia-, pero que no desdeña el preciosismo de la imagen. Por eso ha elegido puestas en escena con iluminación controlada en paisajes paradisiacos. Ahí radica el poder de la imagen y del mensaje que desea transmitir.
Aprender a vivir en plenitud
Para quienes piensan que la familia convencional es la ideal, los otros núcleos siempre estarán “incompletos”. Sin embargo, aclara Arauz, a ninguno de estos nuevos hogares les falta nada, ya que “todos viven con plenitud y sin etiquetas”, como aquellas que sentencian hasta el cansancio: “les falta un papá”, “no tienen mamá”, “…pero no tienen hijos…”.
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En una labor que se antoja salomónica, Arauz busca, a través de la fotografía, generar “el conocimiento, el amor, la reflexión y el respeto” que hace falta. Y lo hace mirando hacia su propio hogar, conformado por ella y Maya, su hija de 14 años. Ambas, dice, han “aprendido a generar un vínculo que se caracteriza por la plenitud y la totalidad, nunca por la carencia”.
En términos fotográficos, para la autora fue indispensable documentar a partir de la diversidad. Crear un álbum que incluyera el mayor número de familias.
“Pienso en que cada familia pueda aportar una particularidad en torno al proyecto; que su conformación inicial, sus circunstancias, sean diferentes al de otras. Eso me permite hablar de la diversidad de manera muy global, de cómo somos distintas todas las familias”, menciona.
Una muestra de lo que afirma, son los muy distintos casos que ha documentado. Dos ejemplos:
Karina y Gaby, ambas mujeres lesbianas, comenzaron una relación de pareja. Ambas son madres de dos jóvenes mujeres: Karla es hija de Karina y Najla, de Gaby. Las cuatro, aunque distintas, están unidas por el amor que su hogar les representa.
“Su proceso como familia es una suerte de fortaleza, no sólo de manera interna, también externa: auxilian a mujeres que han sufrido de violencia, y eso genera muchas certezas y aprendizaje dentro de la familia”, expresa Arauz, quien obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez en 2005.
El segundo ejemplo es de una relación poliamorosa. Jaime y Marco iniciaron hace siete años una relación monógama. Sin embargo, desde hace uno, decidieron tener una relación distinta. Hace un año, Jaime inició una relación con Ricardo, y Marco otra con Josué. Los cuatro han creado una fuerte relación cimentada en la confianza, la honestidad y el consentimiento.
“Ese aprendizaje de lealtad, honorabilidad y claridad a mí me parece muy reconocible. Es algo que deberíamos generar en torno a todos los vínculos que tenemos”, considera.
Sobre la circunstancia de Manu, destaca la “complicada batalla” que han tenido que enfrentar las infancias y las adolescencias trans para ser reconocidas.
“Todas estas familias dan una gran enseñanza sobre el respeto a los otros; eso es fundamental. Con cada familia, desde las primeras que empecé a fotografiar, me he dado cuenta de las circunstancias que cada miembro ha tenido que enfrentar, de su proceso propio y el autorreconocimiento: saberse quién eres para a partir de ahí poder compartir hacia afuera”.
El nuevo álbum de familia
En estos primeros tres años de trabajo, Arauz ha visitado a familias de cinco estados distintos: Ciudad de México, Estado de México, Oaxaca, Guanajuato e Hidalgo. Es, dice, “un primer corte de caja”. Después seguirá buscando más historias que, con suerte, podrá fotografiar en espacios cerrados, cuando termine la pandemia.
“Estoy en un proceso inicial, de valorar, de hacer una curaduría del trabajo y de seguir documentando a otras familias. Tengo muchas historias pendientes que no logré fotografiar este año y que nutrirán mucho el proyecto”.
Comenta que “fue todo un reto” trabajar durante la pandemia, debido a que la obligó a detener varias sesiones fotográficas. Incluso, se vio obligada a replantear el proyecto.
De fotografiar a los protagonistas en sus casas, tuvo que cambiar el plan y hacerlo totalmente en espacios abiertos. “Por fortuna, eso nos dio mucha libertad, porque había un mutuo acuerdo de encontrar los espacios que los representara mejor a cada uno”.
-Se habla mucho de que hay un mayor respeto por las nuevas familias, pero ¿qué tanto se ha avanzado realmente? ¿No se trata de una falsa percepción?
-Considero que hay un avance como sociedad en cuanto a información, pero también creo que el prejuicio se mantiene de manera muy importante. Aún hay mucha reticencia al reconocimiento, pese a que cada vez la gente tiene menos temor a reconocer en público quién es.
Mi trabajo tiene esa aspiración: generar conocimiento y en consecuencia respeto hacia los demás. Muchas de las personas que quise retratar aún no estaban listas. Me decían: “Aún no estoy preparada y mi familia tampoco lo está”. Hay mucha esperanza en que pronto van a estarlo.
Por lo pronto, la exposición Amor sin etiquetas. El nuevo álbum de familia se podrá apreciar hasta enero próximo a través del siguiente enlace: https://www.traum-galerie.com/amor-sin-etiquetas
Lizeth Arauz espera que, cuando los tiempos lo permitan, la muestra viaje a Oaxaca, Hidalgo y Guanajuato, de donde surgieron estas historias.