La administración de Andrés Manuel López Obrador se convirtió en un gobierno doble cara. Por un lado, dice que ellos son los más humanistas y que las libertades están garantizadas para todos los mexicanos, lo repiten como mantra. Por el otro, no le gusta la crítica y va sobre todo aquel que reproche las acciones y sus pobres resultados.
Ya dijo el presidente que no hay medias tintas pues vivimos tiempos de definiciones: o “se está a favor de la transformación o en contra de la transformación”, y en la primera opción se inscriben sus gobernadores.
Aquí le conté la manifestación que se realizó el sábado pasado a las afueras de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que encabezó el gobernador de Veracruz, quien desgañitaba el discursillo que es una calca que sale de Palacio Nacional. Sus seguidores pasearon féretros con los rostros de los ministros de la Corte y mientras gritaban consignas que iban de mentadas de madre para arriba, una turba en frenesí que respondía al mandato del veracruzano.
Luego supimos que varios eran trabajadores que fueron obligados a viajar para manifestarse.
También le dije que Veracruz se consume en la violencia. Todos los días hay levantones, desapariciones, maltrato a los migrantes, territorios intransitables de los que se han apoderado grupos delincuenciales, mientras su gobernador se dedica a la politiquería como diría su patrón.
Claro que están acostumbrados a tirar la piedra y esconder la mano. Cuitláhuac García negó que se tratara de amenazas de muerte contra los ministros y no fue capaz de reconocer la agresión a reporteros de Grupo Fórmula por parte de sus hordas violentas, pero en los tiempos del que todo lo ve, como diría Michael Foucault, ahí quedan los videos que documentan ambas acciones.
También era fácil anticipar que el inquilino de Palacio Nacional defendiera las acciones del veracruzano y los suyos, prácticamente aplaudió su afrenta y dijo que es un buen gobernador. No les queda de otra que repetir a ver si en una de esas se les cumple por obra de la repetición, pero la realidad siempre se les va a estrellar en la cara.
Ahora resulta que el atacado es don Cuitláhuac por su inocente manifestación para denunciar la corrupción del poder judicial. ¡Pobrecillo!
Durante su conferencia de prensa, Cuitláhuac justificó la violencia y dijo que no tiene nada de qué disculparse, pero sus actos pueden calificarse como apología del delito, también pueden tomarse como una invitación a los feminicidios.
Por cierto, ¿cómo anda Veracruz en esos temas? ¿La gente ya vive en Suiza? ¿La FGJ del estado ya no inventa culpables? ¿Ya no se fabrican delitos como a José Manuel del Río Virgen? ¿Ya se resolvieron los asesinatos de periodistas? Y la lista de preguntas puede ser interminable igual que los pretextos.
En los videos de sus conferencias se aprecia como se ha convertido en una mala copia de López Obrador. Ahora habla pausado, gesticula como López Obrador, lanza las mismas bromas y se comporta igual de altanero. Para bien y para mal solo hay uno, los otros son burdas copias del tabasqueño.
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Por cierto, me dice un amigo jarocho que cubre al gobierno de Cuitláhuac que este quiere seguir el mismo camino que López Obrador, quiere ser un líder que arrastre multitudes, pero no le alcanza para nada.
Cuitláhuac García está a la altura de Miguel Ángel Yunes y Javier Duarte que también les decían que eran los mejores, pobre Veracruz con su ¡pobre gobernador!
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Hasta la próxima.
