Adán Augusto sube y Sheinbaum nomás no levanta

Aquí se lo dije y lo sigo pensando: el caso de Claudia Sheinbaum como candidata anticipada es un mero señuelo que ha puesto Andrés Manuel López Obrador, para con ello cuidar a su verdadero delfín.

Claro que eso no quita que Sheinbaum Pardo se la crea. La idea de ser, no sólo candidata, sino presidente, le debe rondar en la cabeza. Pero los problemas de la Ciudad de México le pesan y los números ya no le dan. Por más que intenta, no levanta: sólo ve como suben en las preferencias Adán Augusto y Ricardo Monreal.

Después del “incidente” de la Línea 3 y la entrada de la Guardia Nacional, el repudio a la jefa de gobierno se ha generalizado. Aunque desde Palacio Nacional intentan detener su caída dándole un espaldarazo, que consistió en hacer la mañanera en el edificio del Ayuntamiento, la realidad se impone y en las últimas mediciones ha perdido fuerza. La razón: el deterioro del Metro y la pésima forma en manejar la crisis. Aquello de #EsClaudia se revirtió muy pronto.

Así, la “corcholata” de López Obrador tiene 47 % de aprobación, es decir, dos puntos menos que en diciembre, según la encuesta de El Financiero. La balanza se inclina a la desaprobación de la funcionaria y el daño a su imagen todavía no llega al tope. Además de culpar al STC y pelear con sombras en aquello del sabotaje, los problemas en ese sistema no terminan y todos los días se presentan “incidentes” que los mismos usuarios documentan y suben a las redes con el hashtag #EsClaudia.

Mientras, en la Jefatura de Gobierno aplican la regla “lopezobradorista” de culpar al pasado y gritar “¡Complot!”. Pero no presentan pruebas contundentes, sólo las aspas de una lavadora que, afirman, se le cayó a una señora, una peligrosa lata de cerveza, y otras pruebas que rayan en el absurdo.

Donde seguramente están muy de buenas son en las oficinas de Adán Augusto, secretario de Gobernación, y en la del senador Ricardo Monreal. No han tenido que hacer mucho para bajar a la doctora. Ellos siguen en lo suyo, promocionándose como pueden. Así, el otro tabasqueño y quien tiene mayores posibilidades de ser el elegido aumentó 6 puntos: pasó de 24 a 30 %. Monreal, en tanto, sumó un punto, pasó de 23 a 24 %; Marcelo Ebrard sigue estacionado entre el 36 y 38%; Sheinbaum Pardo de 46 bajó al 41 %.

Todavía no comienza la campaña de manera oficial, pero ya sabemos que están muy entretenidos llevando agua a su molino. Conforme avance el reloj se darán con todo. Mientras, seguiremos viendo campañas veladas en espectaculares a lo largo y ancho de todo el país. Algunos romperán la norma como el grupo de Patricia Armendáriz; otros utilizarán las portadas de revistas para disfrazar su propaganda.

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Algunos más, como Adán Augusto, utiliza la imagen de exfutbolistas que le dan su apoyo; le seguirán gritando: “¡presidente, presidente, presidente!”, en una guerra de aplausómetro.

Pero déjeme insistir, estimado lector, López Obrador es un viejo priista redimido, pero que ama las liturgias más rancias de Echeverría y López Portillo. Fiel a eso, que se siga hablando de Claudia Sheinbaum, que se apliquen las encuestas, que manoteen todo lo que quieran, al final, en el partido del presidente manda él y nadie más.

Tendrán que agachar la cabeza o buscar otras opciones como Ricardo Mejía Berdeja. Claro que antes deberán pasar el trago de ser señalados como traidores, mal agradecidos, muerde manos y más calificativos que aplican los esbirros de López.

Los próximos meses serán muy interesantes y seremos testigos del rumbo que tomará la candidatura de Morena, pero, de acuerdo con el pragmatismo de López Obrador, no le apostará a una candidata o candidato que tenga posibilidades de perder. Para eso tiene a un super secretario, “primo hermano”, y el mejor para cuidarle la espalda… pero mejor ahí la dejamos.